lunes, 24 de diciembre de 2012

POEMAS SOBRE LA INMIGRACIÓN


 UNA CANCIÓN DESDE EL EXILIO 
I:
De pie en la entrada                                                                                       
Extranjero y extraño,
He viajado
Desde el mar hasta el desierto,
El canto ha cruzado ríos,
La lengua está embotada,
El rapsoda ha viajado sin su voz. 
Aquí estoy, pues,
En una tierra extraña,
Entre un pueblo extraño,
Gallo solitario en la paradera. 
De pie en la entrada,
Frío y solo,
Con tierra de mi pueblo
En un amuleto de piel
Con fotos y un mechón
De la mujer que amaba.                      
Un cobarde ha abandonado su casa
Y la batalla. 
Aquí, en esta guarida,
Lejos del calor,
Los llantos de los niños
Y el dolor de las viudas,
Del balido de las ovejas
Y el chirrido de los grillos,
A salvo de los lobos
Y el perro de caza. 
Lejos de mi madre.
Lejos incluso
De sus bulliciosas calles,
De whisky y el hielo
Y el sudor de los cuerpos
Las blasfemias de las putas
Y el himno del hachís.
Aquí donde el frío me congela la
Sangre de los ojos.
Las miradas me marcan la frente como
Un hierro candente. 
Aquí, frío y solo. 
Calado hasta los huesos,
Con mi rabia y mi vergüenza,
Sólo me queda el recuerdo
Para abrigarme. 
II:
Por las calles veo compatriotas,
En los bares, en los parques,
En las estaciones de metro,
En la oficina de correos, y pasan
Deprisa.
Unos correteando como palomas
Con los hijos a su lado;
Otros; viejos y cansados,
Arrastrándose con el dolor de los años,
Otros, con el acento correcto
Y sal en las lenguas;
Otros, más pálidas ya
Con brillantina en el pelo;
Y todos pasan deprisa,
Deprisa, mirando a otro lado.
Sin cruce de palabras,
Sin señal de nuestros lazos,
Sin reverencias a una madre,
Sin bendición de los mayores a sus
Hijos.
Me hierve la sangre,
Nuestra sangre,
Y me pregunto:
Estos hombres
Y mujeres,
Con sus ojos fijos en el suelo,
¿Llevan también
Estas agujas de mi corazón?
IV:
¿Qué amigo puede compartir
el íntimo dolor del exiliado?
Me despiertan de noche:
Con las palabras de siempre
Has vuelto a gritar dormido:
¡Abre la jaula,
mujer!

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