España se precipita a una situación de pérdida acelerada de población y de envejecimiento, que cambiará la fisonomía del país en las próximas décadas, además de alterar la estructura y funcionamiento del sistema de pensiones, empleo, Seguridad Social y sanidad, entre otros, ya que no sólo habrá un 10 por ciento menos de habitantes en 2052, 41,5 millones, sino que el 37% de ellos tendrá más de 64 años y estará, por tanto, a un paso de la jubilación.
Así lo augura el Instituto Nacional de Estadística (INE), cuyos datos, dados a conocer ayer, vaticinan que ya en el año 2022 el país contará con sólo 45 millones de habitantes, lo que significa un 2,5% menos que este año.
Además, y coincidiendo con esta pérdida de fuerza vital y laboral, el INE espera que en los próximos años España experimente la combinación de dos factores: un paulatino descenso de la natalidad, de forma que en 2021 nacerían 375.159 niños, un 20% menos que en el último año, y una reducción de la mortalidad por edad, con lo que la esperanza de vida subiría hasta los 86,9 años en los hombres y a los 90,7 años en las mujeres.
Ni que decir tiene que una estructura demográfica cada vez más envejecida producirá un continuo crecimiento de la cifra anual de defunciones, que el INE sitúa en 17,9 millones de personas en los próximos 40 años, lo que en porcentaje supone el 34% más que en los últimos cuatro decenios. Con todo ello, el saldo entre nacimientos y defunciones será decreciente dentro de tan sólo seis años.
Se invierte la piramide
De confirmarse las previsiones que maneja el INE, queda certificado que la pirámide poblacional en España se ha invertido completamente, siendo cada vez más ancha por la parte de arriba y más delgada por abajo.
Asimismo, y siguiendo con los saldos negativos, los últimos datos disponibles muestran que este mismo año la emigración ha superado a la inmigración en 181.000 personas, 10% frente a 2011, una tendencia que seguirá en el futuro.
Pepa Montero
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