domingo, 18 de noviembre de 2012

La implantación de Ikea se retrasa por los intereses partidistas del PP


Desbloqueado el proyecto que hizo Alfafar en 2007 para acoger a la multinacional

El arquitecto Antonio Inglés explica en 2008 la ubicación de Ikea en el parque comercial de Alfafar. / CARLES FRANCESC

Alfafar tenía en 2007 todo listo para que Ikea abriese su primera tienda en la Comunidad Valenciana. El proyecto encalló una vez enviado para su aprobación por la Generalitat. ¿Qué ha cambiado para que la multinacional reciba ahora, con un proyecto idéntico, todas las bendiciones para instalarse en este municipio del área metropolitana de Valencia? El primer elemento, según varias de las fuentes consultadas, es que entonces la población la gobernaban los socialistas y ahora está en manos del PP.
Las mismas fuentes creen que el sectarismo que caracterizó durante años la política del Consell de Francisco Camps a la hora de respaldar iniciativas según el color político del Ayuntamiento de turno tuvo en el Ikea de Alfafar uno de sus ejemplos más claros. Aunque también han incidido otros factores, la mayoría de ellos derivados de la crisis.
Si no hay más sorpresas, y por primera vez nadie espera que las haya, la multinacional sueca abrirá su primer centro en la Comunidad Valenciana a mediados o finales de 2014. El extraño vacío en el mapa de tiendas que la multinacional sueca tiene en España se llenará así después de casi una década de anuncios, cancelaciones, trabas políticas y proteccionismo sobre la industria autóctona del mueble. Ikea tiene dos establecimientos en Barcelona, tres en Madrid, y varios más distribuidos en ciudades más pequeñas que Valencia, como Sevilla, Zaragoza, Málaga, Murcia, A Coruña, Jerez y otras.
El interés del gigante del mueble por Valencia viene de lejos. La compañía estimaba antes del inicio de la crisis que los residentes en la comunidad autónoma gastaban al año cerca de 50 millones de euros en tiendas de territorios vecinos. En la práctica eso se ha traducido en caravanas de coches y furgonetas acudiendo, sobre todo, a los establecimientos de Madrid y Murcia en busca de objetos de diseño de bajo coste. La burbuja inmobiliaria multiplicó, además, las viviendas y segundas residencias en la costa valenciana, aunque la empresa llega tarde a ese tren.
Lo más llamativo es que el proyecto anunciado por Ikea en Alfafar es el mismo que encontró todo tipo de trabas en varias dependencias de la Generalitat, hasta que la compañía y los promotores del proyecto desistieron definitivamente en el año 2009. El entonces director general de Ikea Ibérica, Peter Betzel, reconocía por entonces que los obstáculos para su apertura habían sido de carácter político. Aunque el argumento que entonces más se utilizaba era el de que las trabas del Consell respondían a una protección de la industria del mueble tradicional.
El primer destino valenciano que Ikea estudió a fondo fue Mislata. Pero las negociaciones se dieron por concluidas sin éxito en 2005. Después de que la iniciativa de Alfafar fracasase tomó el relevo Paterna. El municipio que históricamente había integrado el llamado cinturón rojo de Valencia había pasado para entonces a ser gobernado por el PP. La frialdad que la Generalitat mostró hacia Alfafar se transformó en respaldo en el caso de Paterna, aunque según fuentes conocedoras de ambos proyectos, este último era mucho más costoso en términos económicos y de plazos.
Para empezar, la multinacional quería tener accesos desde el by pass. Y los terrenos que el Ayuntamiento había elegido para instalarlos requerían un tratamiento de descontaminación por haber alojado previamente una cantera. El presupuesto que todo ello requería suponía un problema a finales de 2007. A medida que la crisis se agravó, con las Administraciones y empresas en continuo proceso de ajuste se trató de un obstáculo casi insuperable. Los terrenos elegidos por el Ayuntamiento de Paterna para la tienda eran, por otra parte, según publicó EL PAÍS, de simpatizantes del PP: una de las titulares principales, María Miguela Carpi, muy amiga de la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá.
Las fuentes consultadas también creen que el halo que en aquella época desprendía el alcalde de Paterna, Lorenzo Agustí, se ha difuminado. Y que cada vez se producen más fricciones entre él y otros miembros de su partido.
En el giro dado ahora por la Generalitat han influido otros factores. El primero: la necesidad de los responsables políticos de poder anunciar inversiones potentes en un contexto económicamente depresivo. Si el presidente de la Generalitat, Alberto Fabra, y la alcaldesa Rita Barberá asistieron recientemente a la apertura de una tienda de Decathlon en Valencia, poniéndolo como síntoma de reactivación económica, la inauguración de Ikea dará sin duda más juego.
También han cambiado los miembros del Consell. De perfiles más políticos en casi toda la etapa de Camps se ha pasado ahora, en el caso de Economía e Industria, al técnico de Máximo Buch. El discurso del consejero, que proviene del mundo de la empresa, ha señalado que la Generalitat fue demasiado intervencionista y que el papel del Gobierno valenciano debe consistir sobre todo en allanar el terreno al sector privado.
La llegada de Ikea preocupa al sector del mueble. La asociación Acomval recibió la noticia afirmando que la apertura de la tienda generaría más paro y más cierres de empresas entre los comerciantes. Los fabricantes, a quienes desde el Consell utilizó como argumento para frenar la instalación en Alfafar la pasada década no están ahora muy preocupados.
Esperan poder llegar a un acuerdo para que la multinacional eleve el volumen de compras a productores autóctonos, según fuentes del sector. Estas apuntan a que, mientras Ikea compra a fabricantes italianos por importe de 1.000 millones de euros, las compras que realiza en España apenas alcanzan los 50 millones. El sector del mueble confía, además, en que el impacto será relativo porque según sus estimaciones más del 70% de las ventas de Ikea son complementos del hogar, un segmento en el que no existe tanta competencia.
Uno de los pocos cambios que ha experimentado el proyecto de Alfafar donde se instalará Ikea es el de la edificabilidad. La superficie que ocupará la tienda es la misma. Pero mientras en 2007 se preveían construir 35.000 metros cuadrados de techo, el plan prevé ahora 45.000. El cambio no es muy significativo porque la tienda no ocupará inicialmente todo el espacio que tiene disponible. La multinacional ha anunciado que el establecimiento tendrá 37.300 metros. Como en otras tiendas, el resto quedará como reserva para ampliaciones.
La compañía ha señalado que la de Alfafar se convertirá en una de las tiendas más grandes de España. La inversión será de 60 millones de euros. El establecimiento empleará aproximadamente a 400 personas y serán necesarias otras 500 para levantar el complejo, según la empresa. Fuentes conocedoras del proyecto consideran que si empieza a construirse en el primer trimestre del año que viene, el plazo de finalización no debería ser inferior a 12 meses ni superior a 18.
Para hacer más accesible el área en el que se instalará —dentro del conocido triángulo del mueble, formado por los municipios de Alfafar, Benetússer y Sedaví— se construirán dos nuevos pasos elevados sobre la autovía que une Valencia con Alicante. La tienda tendrá 2.200 plazas de aparcamiento distribuidas en dos plantas.
La directora general de Ikea Ibérica, Belén Frau, ha afirmado que la Comunidad Valenciana es un "enclave estratégico" para la multinacional, y que ya trabajan en un segundo proyecto en Alicante.
 Valencia 

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